“Escribo poesía desde hace veinte años y soy dramaturga accidental. La poesía fue cediendo espacio al teatro, dónde puse primero el cuerpo y después la palabra. Mis primeras obras hablaban de un futuro distópico, en clave de comedia, supongo que, para desdramatizar; pero a pesar de ese afán de entretenimiento, escondían tras de sí temas profundos como la soledad, la incomunicación y la deshumanización. Tardé mucho en quitarme esa venda invisible que me ponía cuando escribía teatro, la dramaturga apartaba de su lado a la poeta y coartaba mi libertad creativa. Sin embargo, ahora hago gala de mi condición lírica y mis últimas obras mezclan ambas disciplinas con la danza, en ellas los personajes principales son mujeres y su espacio sonoro es muy importante. Me preocupa lo social y adopto el lema de “Lo personal es político”. Como creadora me siento en la responsabilidad de plasmar la realidad de las que no pudieron, me gusta generar debate y huir del adoctrinamiento.”